ROCA REY AL NATURAL Y LA ENCERRONA COMO REINVINDICACIÓN

No sé si es valentía o marketing, pero Andrés Roca Rey ha vuelto a colocar su nombre en el centro del debate taurino. Su anuncio de encerrarse con seis toros en Acho, durante la Feria del Señor de los Milagros, no es solo un desafío físico y técnico, sino una jugada calculada para reavivar su figura en un momento en que el toreo necesita, más que héroes, circo. Lo dijo con esa retórica grandilocuente que tanto gusta a sus seguidores: "Esta encerrona es mi manera de renacer para seguir cumpliendo sueños". Bonito, sí, pero detrás de la épica hay un negocio, una necesidad de reinventarse antes de que la rutina lo convierta en un torero más del montón. 

Roca Rey no es ajeno a estos gestos. Desde su irrupción en el toreo, ha sabido mezclar torería con teatralidad, algo que en Perú donde el fervor taurino es casi religioso funciona a la perfección. Pero hay que preguntarse si esta encerrona es realmente un acto de amor al arte o una estrategia para mantener relevancia en una plaza que lo idolatra pero que también exige sangre nueva. No es casualidad que el anuncio lo hiciera en Madrid, rodeado de periodistas y personalidades, convirtiendo una decisión personal en un evento mediático. El toreo ya no se vive solo en los ruedos; se cocina en redes sociales y en cenas con influencers. Y él lo sabe.
 
Hay algo incómodo en cómo el toreo moderno se alimenta de gestos extremos. Antes, una gran faena bastaba; hoy hace falta jugarse la vida o simular que se juega para que el público sienta que su dinero vale la pena. Roca Rey, inteligente, apuesta a eso: a la emoción fácil, al morbo de ver a un hombre solo contra seis toros. Pero, ¿y si falla? ¿Y si el espectáculo se convierte en tragedia o, peor aún, en ridículo? El riesgo no es solo suyo; es de una industria que sigue buscando cómo justificar su existencia en pleno siglo XXI.
 
No niego su coraje. Encerrarse en Acho, ante su gente, tiene un simbolismo potente. Pero me resisto a verlo como un renacer. Suena más a un último intento por evitar que la rutina lo alcance. El toreo peruano lo necesita como figura, pero las figuras, cuando envejecen, suelen aferrarse a golpes de efecto. Ojalá demuestre que esto es más que un show. Ojalá los toros y no el relato tengan la última palabra. 

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